He tenido la suerte de estar en casa, un día de descanso. Me prepare un té, desayuné y cuando me dispuse a preparar el segundo ya no había agua. Descubrí hablando con un vecino que tampoco había luz, y los datos del móvil ivan a trompicones.
Muchas tiendas han cerrado, la gente no se puede duchar ni en agua fria en la mayoría de ciudades grandes y edificios altos, porque sin bombas eléctricas no llega. Llevamos horas sin semáforos y no ha habido accidentes de tráfico.
Es terrible todo lo serio que puede estar pasando. Probablemente ahora hay deliciosos helados derritiendose y perdiéndose para siempre en los paseos maritmos del continente. Me dan ganas de salir en busca de uno de esos dulces «lujos» porque estaba siendo un día de primavera fantástico. El día sigue soleado y hay cafeterias que se atreven a servir refrescos aún teniendo que hacer las cuentas a mano.
Las mismas manos, que no necesitan más que de la mente para dibujar fantasías en la piel y crear orgasmos. Todos estamos equipados para no aburrirnos con la imaginación.
Cuando leáis esto estaré viendo memes del apagon